En plena recta final de las celebraciones por el centenario del metro de Barcelona, la madrugada de este miércoles tuvo lugar uno de los actos más esperados: la singular Cursa del Centenari, una carrera subterránea que convirtió los túneles de la línea 2 en una pista de atletismo única.
A partir de la 1:15 de la madrugada, 275 participantes se lanzaron a recorrer los 5,2 kilómetros que separan las estaciones de Plaça Universitat y Monumental, en un trayecto de ida y vuelta. La prueba, de formato contrarreloj individual, arrancaba cada 20 segundos para evitar aglomeraciones y tropiezos en un terreno inusual: cemento desnudo, desniveles y obstáculos propios de la infraestructura ferroviaria.
El objetivo no era batir récords, sino vivir una experiencia irrepetible. “No vengo a hacer tiempo, vengo a disfrutar. Quiero saber qué se siente al correr dentro del túnel”, explicaba un empleado de TMB y uno de los afortunados en conseguir dorsal. Su presencia en la carrera fue toda una odisea: “Empecé a trabajar a las 4:45 abriendo la línea, luego llevé a los niños al colegio, los acosté, y me vine directo tras un café. Por suerte mañana libro, aunque a las siete tengo que levantarme igualmente”, contaba entre risas.
También una enfermera del Banc de Sang de Bellvitge y vecina de Palau de Plegamans, se organizó para poder participar. “He cambiado mi turno. No podía perderme esto. Correr por el metro es una oportunidad única para cualquier runner”, decía con entusiasmo.
El ambiente estaba lleno de curiosidad y camaradería. Para muchos, más que una competición, era una celebración del metro y del deporte popular. “Es una carrera diferente, con un valor simbólico y solidario enorme”, señalaba otro corredor barcelonés. Y es que la prueba, organizada por corredors.cat junto a TMB, logró recaudar 9.000 euros destinados a la unidad de investigación de la ELA del Hospital del Mar, con el apoyo de varios influencers y de Pilar Díaz, delegada del Govern en Barcelona.
El recorrido sorprendió incluso a los más preparados. El calor sofocante de los túneles, el silencio absoluto y los desniveles invisibles desde los vagones convirtieron la experiencia en un desafío inesperado. “La falta de aire, el eco de los pasos, las rampas… todo era distinto. Pero precisamente por eso valía la pena”, era otra de las opniones que nos aportaron.
La Cursa del Centenari del Metro de Barcelona no fue solo una carrera. Fue una forma de rendir homenaje a un siglo de historia subterránea, uniendo a trabajadores, corredores y soñadores bajo tierra para celebrar que, incluso en la oscuridad del metro, hay espacio para la pasión y la alegría colectiva.
