Avi Loev: Si es una nave, lo sabremos ahora.
El cometa interestelar 3I/ATLAS ha alcanzado recientemente su punto más cercano al Sol, situado a unos 210 millones de kilómetros de distancia. Este acercamiento marca una etapa clave en su trayectoria, ya que los telescopios terrestres no podrán observarlo nuevamente con claridad hasta que reaparezca por el otro lado del Sol, algo que se espera ocurra a principios de diciembre de 2025.
El siguiente momento relevante llegará el 19 de diciembre de 2025, cuando el cometa pasará a aproximadamente 1,8 unidades astronómicas de la Tierra, es decir, unos 270 millones de kilómetros. Esta distancia, aunque considerable, representa una oportunidad única para estudiar un objeto interestelar con mayor detalle.
El astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, ha seguido de cerca la evolución de 3I/ATLAS. Según explica, el perihelio —el punto de máxima proximidad al Sol— constituye el instante ideal para que una nave espacial realice maniobras de aceleración o desaceleración, aprovechando la asistencia gravitacional solar. Loeb señala que, si se quisiera lanzar una nave que liberara pequeñas sondas hacia diferentes cuerpos, este sería un momento estratégico para hacerlo.
El cometa también será objeto de una campaña internacional de observación entre noviembre de 2025 y enero de 2026, destinada a mejorar las técnicas de medición y seguimiento de este tipo de cuerpos. Los científicos esperan aprovechar su paso para refinar los métodos de astrometría aplicados a cometas.
A pesar de que Loeb considera muy probable que 3I/ATLAS sea un cometa natural, el investigador ha identificado ocho anomalías que lo hacen especialmente interesante. En su clasificación, el objeto alcanzaría un nivel 4 en una escala de 0 a 10, donde los valores más altos corresponden a posibles estructuras de origen tecnológico.
Entre las particularidades del cometa destaca una abundancia inusual de níquel en relación con el hierro, un rasgo poco común en cuerpos similares. Loeb explica que, si se trata de un fragmento natural, el calor del Sol podría llegar a fragmentarlo; sin embargo, si tuviera un origen artificial, podría maniobrar o liberar sondas de forma controlada.
En conclusión, el paso de 3I/ATLAS representa una ocasión excepcional para la investigación astronómica. Ya sea como fenómeno natural o como posible estructura de origen desconocido, su estudio promete aportar datos valiosos sobre los objetos que viajan entre las estrellas y sobre las propias capacidades tecnológicas humanas para explorarlos.

